Vinoteo: Prueba Las Tapas del Quijote y los vinos de La Mancha

Con motivo del IV centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, LibrOviedo junto con el Vinoteo y Las Tablas del Campillín, organizaron una prueba muy especial, degustando vino de la IG Tierra del Vino de Castilla La Mancha y tapas cervantinas que aparecen en el libro. Además, con lectura de los pasajes donde se mentan en El Quijote.


En un marco incomparable, como la Plaza'l Pescao en Trascorrales, nos reunimos unos 50 asistentes, rodeados de libros. Contamos con la presencia de María del Rosario Martínez de Bodegas Mano a Mano, de Ciudad Real; y Juan Luis como narrador del Quijote excepcional.


Comenzamos con su Tempranillo Mano a Mano, con 6 meses en barrica. Vino afrutao que entra solo, muy fácil de beber y que vino perfecto para la tapa que nos propuso Juanjo.


Olla Podrida, es un cocido típico español, donde se le echaba un poco de todo. En nuestro caso, pudimos degustarla con garbanzos, manitas de cerdo, ternera y morcón. Para empezar, no está nada mal.

"Y Sancho dijo:

—Aquel platonazo que está más adelante vahando me parece que es olla podrida, que, por la diversidad de cosas que en las tales ollas podridas hay, no podré dejar de topar con alguna que me sea de gusto y de provecho.

—¡Absit! —dijo el médico—. Vaya lejos de nosotros tan mal pensamiento: no hay cosa en el mundo de peor mantenimiento que una olla podrida. Allá las ollas podridas para los canónigos o para los retores de colegios o para las bodas labradorescas, y déjennos libres las mesas de los gobernadores, donde ha de asistir todo primor y toda atildadura; y la razón es porque siempre y a doquiera y de quienquiera son más estimadas las medicinas simples que las compuestas, porque en las simples no se puede errar, y en las compuestas sí, alterando la cantidad de las cosas de que son compuestas. Mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora para conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión."


(El Quijote, 47)



Continuamos con su Manón Roble 2013, otro tempranillo de la casa, mucho más ácido y potente que el anterior.


Para acompañarlo, tomamos una versión modernizada del Salpicón Manchego. Un steak tartar con un toque picante que gustó mucho. 

"Todos los que conocían a Sancho Panza se admiraban oyéndole hablar tan elegantemente y no sabían a qué atribuirlo, sino a que los oficios y cargos graves o adoban o entorpecen los entendimientos. Finalmente, el doctor Pedro Recio Agüero de Tirteafuera prometió de darle de cenar aquella noche, aunque excediese de todos los aforismos de Hipócrates. Con esto quedó contento el gobernador y esperaba con grande ansia llegase la noche y la hora de cenar; y aunque el tiempo, al parecer suyo, se estaba quedo, sin moverse de un lugar, todavía se llegó el por él tanto deseado, donde le dieron de cenar un salpicón de vaca con cebolla y unas manos cocidas de ternera algo entrada en días. Entregóse en todo, con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón o gansos de Lavajos, y entre la cena, volviéndose al doctor, le dijo:

—Mirad, señor doctor, de aquí adelante no os curéis de darme a comer cosas regaladas ni manjares esquisitos, porque será sacar a mi estómago de sus quicios, el cual está acostumbrado a cabra, a vaca, a tocino, a cecina, a nabos y a cebollas, y si acaso le dan otros manjares de palacio, los recibe con melindre y algunas veces con asco. Lo que el maestresala puede hacer es traerme estas que llaman ollas podridas, que mientras más podridas son mejor huelen, y en ellas puede embaular y encerrar todo lo que él quisiere, como sea de comer, que yo se lo agradeceré y se lo pagaré algún día; y no se burle nadie conmigo, porque o somos o no somos: vivamos todos y comamos en buena paz compaña, pues cuando Dios amanece, para todos amanece. Yo gobernaré esta ínsula sin perdonar derecho ni llevar cohecho, y todo el mundo traiga el ojo alerta y mire por el virote, porque les hago saber que el diablo está en Cantillana y que si me dan ocasión han de ver maravillas. No, sino haceos miel, y comeros han moscas."


(El Quijote, 49)



Para finalizar la prueba, pudimos probar un vino que ya conocíamos y que nos encanta, Venta La Ossa Syrah 2012. Salto de calidad importante con los anteriores vinos para un vino contundente, goloso y aromático. Fue el que más gustó.


Y la tapa cervantina estuvo a la altura del vino, ya que la favorita de la noche fue la Brandada de Bacalao, bañada con una capa de miel, kikos y un ligero toque de mostaza. Muy rica.



"A dicha, acertó a ser viernes aquel día, y no había en toda la venta sino unas raciones de un pescado que en Castilla llaman abadejo, y en Andalucía bacallao, y en otras partes curadillo, y en otras truchuela. Preguntáronle si por ventura comería su merced truchuela, que no había otro pescado que dalle a comer.

—Como haya muchas truchuelas —respondió don Quijote—, podrán servir de una trucha, porque eso se me da que me den ocho reales en sencillos que en una pieza de a ocho. Cuanto más, que podría ser que fuesen estas truchuelas como la ternera, que es mejor que la vaca, y el cabrito que el cabrón. Pero, sea lo que fuere, venga luego, que el trabajo y peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas.

Pusiéronle la mesa a la puerta de la venta, por el fresco, y trújole el huéspeduna porción del mal remojado y peor cocido bacallao y un pan tan negro y mugriento como sus armas; pero era materia de grande risa verle comer, porque, como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos si otro no se lo daba y ponía, y, ansí, una de aquellas señoras servía deste menester. Mas al darle de beber, no fue posible, ni lo fuera si el ventero no horadara una caña, y, puesto el un cabo en la boca, por el otro le iba echando el vino; y todo esto lo recebía en paciencia, a trueco de no romper las cintas de la celada. Estando en esto, llegó acaso a la venta un castrador de puercos, y así como llegó, sonó su silbato de cañas cuatro o cinco veces, con lo cual acabó de confirmar don Quijote que estaba en algún famoso castillo y que le servían con música y que el abadejo eran truchas, el pan candeal y las rameras damas y el ventero castellano del castillo, y con esto daba por bien empleada su determinación y salida. Mas lo que más le fatigaba era el no verse armado caballero, por parecerle que no se podría poner legítimamente en aventura alguna sin recebir la orden de caballería."


(El Quijote, 2)




Como sorpresa final, un poco de Queso Manchego 1605 de la propia bodega, curado y semicurado.


Gran noche, muy original, escuchando pasajes de El Quijote, empapándonos de cultura gastronómica y descubriendo que literatura y gastronomía es un campo por explorar (y explotar),por lo menos en Asturies, y que tiene muchísimo potencial.


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