RESTAURANTE CERRADO
Fotos de David Castañón
En la gastronomía pocas veces una imagen vale más que una degustación. Ya
saben, esto va de oler, palpar y comer. Pero una de las fotos que el otro día colgó Kocima en su perfil de Instagram consiguió transmitirnos la necesidad de llevarnos a la boca lo que tan sólo veíamos.
Desconocemos de quién son esas manos curtidas, pero queremos devorar todos los alimentos que pasen por ellas. Porque sentimos que están legitimados por esa anciana que habrá pasado millones de horas ante los fogones. Despierta nuestro lado gastronómico más emocional, el de los recuerdos que casi todos tenemos de guisos a fuego lento sobre cocinas de carbón y de pasteles horneados con el calor de las brasas.
saben, esto va de oler, palpar y comer. Pero una de las fotos que el otro día colgó Kocima en su perfil de Instagram consiguió transmitirnos la necesidad de llevarnos a la boca lo que tan sólo veíamos.
Desconocemos de quién son esas manos curtidas, pero queremos devorar todos los alimentos que pasen por ellas. Porque sentimos que están legitimados por esa anciana que habrá pasado millones de horas ante los fogones. Despierta nuestro lado gastronómico más emocional, el de los recuerdos que casi todos tenemos de guisos a fuego lento sobre cocinas de carbón y de pasteles horneados con el calor de las brasas.
Si tú también estás hipersalivando, Kocima es tu templo de peregrinación. En la tienda que lleva unos pocos meses abierta en Oviedo podemos encontrar productos artesanos casi exclusivos. La magdalena que sostiene la mujer de la foto está elaborada por un paisano que muele harina de escanda para postres como el de la foto o para unes casadielles de escándalo (imposible encontrarlas con mayor proporción de relleno) que también sirve a Kocima.
Es un ejemplo de lo que el cocinero Guillermo Cima y su socio David Vilasboas quieren para su negocio, se han preocupado por seleccionar alimentos de edición limitada, caseros, gourmet. Como las rosquillas de yema que cada semana llegan de una pequeña confitería de las de toda la vida de Liérganes, en Cantabria.
O el chocolate La Superlativa, de Toro, de una de las pocas fábricas artesanas de chocolate que sobreviven al empuje de la industria. O el potro asturcón y gochu asturcelta en formato conserva y elaborados por Astursabor, una pequeña empresa que se ha empeñado en poner los guisos de especies autóctonas al alcance de nuestro microondas.
Kocima es un templo gastronómico de perdición. Es un lugar en el que es inevitable venerar y desear todo lo que está al alcance de la vista y del olfato. Embutidos, quesos, cervezas artesanas, sidra, vinos, conservas, aceites… todo con un factor de exclusividad añadido que Guillermo y David explotan con gran conocimiento y acierto.
Consiguen convertir en devotos de sus productos a todos los que cruzamos la puerta de Kocima, y es difícil no salir de allí con más alimentos de los que teníamos pensado ir a comprar. Ah, y sus cestas personalizadas son una idea de regalo con el que es difícil fallar. Templo, ya os digo.
Kocima. Calle Independencia, 31. Uviéu/Oviedo.
Web: http://www.kocima.es/
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