La Mesa de Básima

Teléfono: 692 385 535

Instagram: [@lamesadebasima] https://www.instagram.com/lamesadebasima/


Precio: 40€


Comentarios: Mohammed es un palestino que lleva casi 1 año viviendo en Asturies, y además de organizar charlas, apoyar todo el movimiento de denuncia del genocidio que está sufriendo su pueblo, decidió abrir las puertas de su casa para transmitir su historia, su cultura y, hacerlo todo ello, a través de su gastronomía. 


Y cuando digo "su" gastronomía no es gratuito, Mohammed creó La Mesa de Básima, el nombre de su madre, para llevar la cocina palestina de su madre a Xixón, y allá donde lo llamen. 


Reúne pequeños grupos de desconocidos en su casa, alrededor de una gran mesa en su salón, llena de ingredientes, un pequeño fogón, algo de bebida y durante unas 2h te sumerges en su historia, sin caer en victimismos, con orgullo de pueblo, de historia y de cultura. 


Te recibe con Hummus, para ir abriendo cosa. Nada grasiento, con toque de ajo. Muy rico. Voló. 


A partir de ahí nos pusimos a trabajar, nos explicó que íbamos a cocinar Maqloubeh, que significa "al revés". Es uno de los platos más emblemáticos de la cocina palestina, y Mohamed nos explicó que lo comen tanto en ocasiones especiales como cualquier día en casa, vamos, como nuestra fabada. 


Así que nos pusimos a pelar berenjena, patatas y tomates. Y mientras Mohammed los iba friendo con abundante aceite, nos explicaba cómo se aficionó a la cocina desde pequeño, con todas las dificultades que eso supuso en una casa tradicional donde la que cocina es la mujer. 


Pollo, arroz basmanti, berenjena, patata, tomate, cebolla, un toque de sal, pimienta y, EL SECRETO, son las especias que directamente su madre le envía desde Palestina, aunque nos explicó algún secreto para encontrar algo que se se acerque en Xixón. Al final, tras dejarlo reposar todo, Mohammed da el toque maestro de dar la vuelta a la olla sobre un plato grande. Lo que da nombre al plato, Maqloubeh.


Se usa en la base las rodajas de tomate para que el pollo y el arroz no se peguen a la pota, aparte de aportar algo de sabor, su función es ésa. Así que al voltear la pota, tienen ese aspecto quemao y feo. Se retiran del plato. 


Y por fin pudimos probar Maqloubeh, tal y como la hace la madre de Mohammed. Y así sentirnos un poco más cerca de ellos, no sirve de mucho, pero sí conocer la cultura y la gastronomía del pueblo palestino nos hace todavía valorar más su capacidad de lucha y resistencia. 


De postre, probamos la maravilla del Maʿamūl. Masa de mantequilla, harina, agua de azahar y un poco de azúcar. Se rellena con dátiles. Y está buenísimo. 


Una experiencia maravillosa, emocionante, dura por momentos, y también disfrutona. Hubo lágrimas, risas, y las vivencias de una persona que sufre por su pueblo, pero que no se resiste a permanecer callado. Transmitir su cultura y su gastronomía es una manera fantástica de que no nos olvidemos del genocidio que están sufriendo, con la connivencia de la mayor parte de la comunidad internacional. 


Palestina vencerá, dende'l ríu hasta la mar. 


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