El Pintu & Collacios - Eseteveinte


Dirección: Calle de la Libertad, 11 - La Pola Llaviana
Teléfono: 984 045 505


Comentarios: El Pintu sigue invitando a amigos a compartir cocina y ofrecer distintos puntos de vista de la gastronomía en su local de Llaviana. Si hace poco os contábamos la reunión con Borja Alcázar del Abrelatas y David Montes, esta vez se unieron a Manuel Suárez, Manu, del Eseteveinte, y su equipo.


Un menú lleno de talento, donde se juega más a complementarse para el disfrute general que a competir por hacer el mejor plato, y eso al final se traduce en lo que se come. Buen rollo, ambiente distendido y local lleno a reventar un jueves de noche en Llaviana. Maravilloso.


Además como novedad, para la bebida, contamos con Sb Gourmet, una distribuidora de vinos que está empezando, con propuestas muy interesantes, distintas y con un punto de atrevimiento. Merece la pena probarlo.


Genial el contraste entre Manu y Diego. Manu ofreciendo un paseo por el mundo, Diego un paseo por Asturies. Ambos usando producto asturiano para expresarlo, distintas propuestas, mismo orígen. Muy enrriquecedor.


Empezamos fuerte con los vinos. Manzanilla pasada en rama Xixarito. Arriesgado para comenzar un menú, pero el plato pedía algo potente. Etiqueta muy original (y así se mantuvo toda la noche), para una manzanilla de 8 años que no nos enamoró.


Comenzamos con el Paseo por la Colla Arniciu de El Pintu. Trompeta de la muerte, foie, perdiz y almendra. Un plato para comer templado, con ese contraste entre el foie y el toque crujiente de la almendra.


Nos fuimos con el Eseteveinte a su Viaje a Singapur. Con una gyoza de centollu glaseada en un jugo de pimiento agridulce, crema picante de nécoras, cangrejo de concha blanda en tempura y espuma de jengibre. La salsa picante brutal. Buenísimo, de lo mejor de la noche.


Cambiamos de vino a Pardas Ruprestris. Un Penedés DO muy frutal y con una acidez muy marcada. Entra muy bien.


Nos dimos un Paseo por la Pola con El Pintu con otro de los platos de la noche. Un guiso de callos de bacalao a la asturiana con níscalo y huevo ecológico. Sublime. Rompemos el huevo, lo mexclamos todo y a disfrutar con la cuchara y el nuevo pan de Diego de El Chuscu y la Masera, de Sama de Llangréu. Impresionante.


Nos cambiamos a un godello. Para Muestra un Botón 2015. Vino DO El Bierzo. Agricultura ecológica, con un 50% de crianza sobre lías durante 1 año. Fresco, con buena acidez y frutal. Nos gustó.


De la Pola a Sicilia, con el Eseteveinte. Guiso meloso de puntalette y potarrinos, dentelle de maíz, manzana, calabacín y morcilla de arroz. Para romper la torta y mezclarlo con el arroz que está en el fondo del cuenco.


Otro plato para disfrutar con la cuchara lleno de colores, texturas y sabores. Muy bueno.


Nos fuimos a Galicia, con el Eseteveinte y un lomo de salmonete buenísimo. Viene con pimiento del padrón, su propia brasa comestible y una salsa de cocido gallego. Muy rico. El lomo buenísimo.


Para limpiar la boca y cambiar de sabores a la carne, nos tomamos un cóctel de vodka, remolacha y tabasco. Genial.


Llegaba la carne, y nos cambiamos al tinto. Kimera Garnatxa. Crianza elaborado sobre lías en ánforas de barro. Etiqueta distinta para un vino intenso, quizá demasiado fuerte.


Mi plato favorito de la noche, seguido muy de cerca por los callos de bacalao, fue el Paseo por la Sierra del Aramo de el Pintu. Unas picatostas de pitu caleya, con un contraste brutal entre el dulce de la picatosta y la intensidad del pitu. Una reducción de caldo gorda e intensa, buenísima, muy currada. Genial.


Fuera de carta, lo que bautizamos en la mesa como un Paseo por Ibiza (😂). Unas pastillas de albahaca y lima para cambiar el sabor a los postres.



El primer postre fue Viaje a Perú, del Eseteveinte. Espuma de coco y ceviche de frutas con su leche de tigre helada y aguacate. Muy refrescante. Nos gustó mucho.


Para el último postre, nos cambiamos a Micaela, un Pedro Ximenez joven, de apenas 5 años. Pura azúcar. Otra etiqueta distinta que nos encantó.


Y acabamos con Paseo por Fabriano, de El Pintu. localidad italiana donde trabajó Oliver Peón, cocinero de El Pintu. Puro espectáculo, galleta con distintos sabores. Y en el vaso, una panacota para morirse. Estábamos a punto de reventar, pero fue algo espectacular. Muy grandes los postres de Oliver.


Como veis, dos visiones distintas, pero muy complementarias. Un menú genial, que si peca de algo, es de la cantidad en el plato, pero que tiene unos matices y una intensidad brutales. Es genial ver la evolución de El Pintu, rodeándose de amigos que a la vez admira en la cocina, haciendo eventos únicos y muy especiales donde todo el mundo sale con una sonrisa en la boca. ¡Yo que tú no me perdía el siguiente!



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