Farturruta a la Cascada de Nonaya comiendo en Casa Tocho

Dirección: Ponte de Samartín - Balmonte
Teléfono: 985 762 185




Calidad: 3/5
Precio: 20€


Comentarios: Hoy vamos a hacer una Farturruta muy facilina, para toda la familia, sin apenas desnivel y que forma parte del Camino Primitivo a Santiago. 


Son unos 7kms en total, que hicimos en 2h. Con un desnivel de 250m y perfecta para hacer con críos. 


Salimos del centro de Salas, una preciosa villa medieval, donde podéis visitar la Colegiata de Santa Maria la Mayor (SXVI), al Palacio de Valdés Salas (SXVI) o a la Torre defensiva (SXIV) que alberga el Museo Prerrománico San Martín. Es una maravilla. 


En la propia plaza de la Campa tienes un indicador de la ruta. Hasta casi el final la ruta comparte comparte trazao con el Camino de Santiago. Emociona imaginar a Alfonso II peregrinar a Santiago por aquellas tierras. 


Vamos atravesando Salas, con las obras de la autovía al fondo.


La idea es remontar el río Nonaya, que atraviesa Salas, hasta llegar al salto de agua. Al poco de salir, a la derecha, encontraremos una antigua curtidora de pieles. 


Al poco, encontramos la Fuente del Pain


Y atravesamos los antiguos cargaderos de la mina de caolín. Se extraía caolín para hacer cerámica. 


Entramos en un camino precioso, ganando altura poco a poco, con fresnos, ablanos, carbayos y umeros.


Cruzamos el Puente de Borra, construido entre los SXVII y XVIII. 


Seguimos ganando altura poco a poco. 


Hasta que encontramos la bifurcación que nos desvía a la Cascada de Nonaya. 


Una pequeña bajada para alejarnos del Puente Carcabón


Y en seguida ya aparece la Cascada de Nonaya. 3 metros de salto, pero en un entorno espectacular. 


Un lugar precioso donde se respira paz. Como siempre, recomendamos visitar cascadas después de unos días de lluvia, o en época de deshielo, que es cuando bajan en todo su esplendor. 


Volvemos de vuelta a Salas por el mismo camino. 


En Salas, es parada indispensable comprar los Carajitos del Profesor. Uno de los postres maravillosos que tenemos en Asturies. A mí me encantan. 


Para comer quisimos probar Casa Tocho, en la Ponte de Samartín, Ouviñana. Tenéis en el mismo Salas, el Castillo, una muy buena opción para comer. A mitad de camino paramos en Soutu los Infantes, a visitar su castillo, del que hoy solamente queda su torre, en estado ruinoso. Lamentable cómo cuidamos nuestro patrimonio. El castillo es de 1500. 


Según nos cuentan, la casa de al lao, está hecha de tarucos de panoyes, es decir, del cuerpo de la mazorca de maíz. Pasamos por allí y está en ruinas. 


Seguimos camino y nos fuimos a comer a Casa Tocho. Ubicado sobre el río Pigüeña, salmonero, el sitio es precioso. 


Según entras, zona de chigre de madera. Con mesas para tomar algo. 


En un lateral, se abre un comedor con cristaleras enormes y vistas al río. Muy guapo. 


Casa Tocho es muy famoso por el hígado, así que, de aperitivo, siempre te ponen unas Patatas Fritas, unas Croquetas e ...


... Hígado. Y está buenísimo. Toque picantín. 


De segundo, pedimos Fabada. Al estilo occidental, con un toque a laurel. Nos gustaron. Y del Compangu, a destacar, el tocín. Buenísimo. 


De tercero, Fritos de Bacalao. Muy ricos. 


Y Chuleta de Ternera con Patatas. Carne de la buena. 


De postre, Barreña. O sea, requesón. Con miel casera. Brutal. 


Y Flan de Queso. Muy rico. 


Para beber, vino perronero con casera, y agua. Pagamos por todo 40€. A 20€ por cabeza. Muy buen sitio. 


Volviendo hacia la zona centro, paramos en Santolaya Las Dórigas, a ver la Torre Palacio de Dóriga


Una torre del SXIV que se reformó como casona solariega. Según nos contaron es privado y no visitable. Una pena. 


Y nuestra última parada fue en Monasterio de San Salvador de Curniana


Fundado en el 1024, con una importancia impresionante en la historia de Asturies y un pésimo estado de conservación. En cualquier otro territorio, sería lugar de parada obligatoria y estaría en el estado que se merece. 


Farturruta facilina, poco conocida, en un lugar de cuento que nos lleva a la época medieval, con castillos, palacios, monasterios y cascadas de ensueño. Y parando a comer en un restaurante sobre el río, con un hígado que te va a encantar. 





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