Prueba Cerveza Cabanón con Erik Coene y Comida de Aimé

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AIMÉ

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Comentarios: Creo que una de las primeras pruebas de cerveza que hice en mi vida fue con Erik Coene, un sabio belga con aires de tendero medieval, con una sonrisa permanente en la boca, un castellano maravilloso a pesar de su acentazo y sobre todo, uno de los artífices que se introdujera en la península la cerveza belga, de la cual es embajador y un auténtico apasionado.  


Erik tiene una empresa de importación de cerveza y a él le debemos mucha de la normalización con la que encontramos cervezas belgas en muchos sitios. Además, lleva haciendo catas de cerveza desde hace muchísimos años, y en particular en El Cabanón, ya lleva unas cuantas. 


Así que agotamos plazas para disfrutar de su sabiduría y para revivir esas cervezas belgas que hicieron engancharnos a este mundo cervecero y que, alguno, o por lo menos yo, con la moda de IPAs y novedades continuas, ya no tomamos tan a menudo. 


Acompañando la bebida, Luis y Bea, de Aimée, el local de al lao del Cabanón donde vas a comer de vicio. Aimé, antiguamente L'Alma. Con un mérito enorme, dándonos algo de comer entre cerveza y cerveza. 


La idea de la prueba era hacerla vertical y probar distintas añadas de la misma cerveza para ver la evolución que pueden tener estas cervezas. 


Comenzamos a lo grande, con lo mejor de lo mejor. 3 Fountain. ¿Mi cerveza favorita? Cerveza belga estilo lámbico. Ya os hablé muchas veces de ella. Una cerveza que se elabora como la sidra asturiana, solamente 1 vez al año y en los meses frios. La pruebas y parece una sidra, poco gas, mucha acidez. Es distinta a cualquier cerveza que probaste. Y a mí me encanta. Comenzamos con una 3 Fountain de 2023. Aunque sea de 2023, cualquier cerveza lámbica mínimo tiene 6-8 años, ya que mezclan la lámbica joven del año con lámbicas de otros años que tienen guardadas en barricas de madera. 


Y después probamos una 3 Fountain de 2014. 9 años de evolución en botella. Y vaya si se nota. Mucho más seca la 3Fountain de 2014, más redonda, mientras que en la más joven la acidez y la explosividad es mucho más marcada. Para mí, gana 2014, aunque están increíbles las dos. 


Las tomamos con una Empanada de Carne y Chipirones con Tinta de Calamar. Luis siempre mira al occidente asturiano para cocinar, y las masas de pizza le salen increíblemente bien. Densa, como las de antes, con buen relleno. Buenísima. 


Cambiamos a una de las cervezas belgas más conocidas, Orval. Cerveza de abadía trapense, con el sello que marca que sigue elaborando dentro de las instalaciones de la abadía. Elaboran la misma cerveza desde hace más de 1300 años, sin cambiar la receta. Y es una cerveza con segunda fermentación en botella, o sea, que evoluciona en botella. Probamos una de 2024. 


Y otra de 2014. 10 años de evolución en botella. Tiene un toque salino, a ¿percebe? El color, el aroma y el sabor cambia completamente. Desaparece completamente el bret (Brettanomyces, que le da ese olor característico a cuadra) y casi se parece a una cerveza negra para tomar reposada. Yo me quedo seguramente con algo intermedio entre las dos, una Orval de 3-4 años, la cuenta. 


Las tomamos con Curry de Setas y Avellanas. Picante y potente. La textura con la avellana queda genial. 


Seguimos con clásicas, Samuel Smith. Yorkshire Stingo. Una ale de alta fermentación con al menos 1 año en las barricas más antiguas de la cervecera, alguna con más de 100 años. Edición especial para conmemorar el 250 aniversario de la cervecera. 8% de felicidad.

 
Como también tiene una segunda fermentación en botella, probamos la Yorkshire Stingo con 4 años de diferencia entre una botella y otra. La primera del 2023 y la segunda de 2019. Gana por goleada 2019, mucho más redonda, más seca también. 


Las tomamos con un Torrezno en Salsa de Vino. Con Pan con mantequilla. Menudo espectáculo. 


Y acabamos a lo grande, con una Spencer Imperial Stout. 8% de alcohol. Cerveza negra. Americana. Tiene también segunda fermentación en botella, aunque aquí solo probamos 1 y en barril. Es una cerveza de abadía, que todavía tiene monjes elaborando cerveza, pero en MassachusettsBuenísima 


La tomamos con un Brownie de Chocolate con Peta-Zetas. Riquísimo. 




Una maravilla comprobar como los viejos clásicos cerveceros están más vivos que nunca, gracias a la labor de gente como Erik, y de Pablo Cabanón, por supuesto, que siguen apostando por ellas.


 Como siempre, un lujo aprender tanto de este mundo, y además, tan bien acompañado con la cocina de Aimé. Combinación inmejorable, cerveza en el Cabanón + Cena en Aimé. 


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